domingo, 15 de septiembre de 2013

PATRIA Y BIEN COMÚN (ARTICULO DE MONSEÑOR GONZALO DE VILLA) PUBLICADO EN PRENSA LIBRE

El 192 aniversario de la independencia es una ocasión propicia para reflexionar. Los desfiles, las bandas, los discursos y las miles de carreras atravesando el país en todas las direcciones con antorchas expresan alegría, emoción y, de alguna manera, compromiso con la idea no solo de celebrar algo ocurrido hace 192 años, sino de comprometerse en el presente con la noción de patria. Pero en sí mismas, todas estas actividades nos invitan necesariamente a la reflexión.

En la brevedad de un artículo quiero contribuir a expresar una idea que es un parámetro indispensable para la medición de lo que hoy es Guatemala como patria para todos los guatemaltecos. La idea la tomo —no es extraño que lo haga un obispo católico— de la Doctrina Social de la Iglesia. En ella encontramos que el elemento primero en la Constitución y existencia de una sociedad políticamente organizada es la defensa y promoción del bien común.

Ello quedó recogido en nuestra Constitución vigente como lo estuvo también en anteriores constituciones. Si bien otros contribuyeron a que el texto constitucional recogiera esta idea, quiero yo el día de hoy rendir tributo a uno de los más grandes patriotas y más grandes cristianos del siglo XX guatemalteco. Me refiero a José García Bauer, constituyente en varias ocasiones y en todas, incluida la última, defensor a ultranza de que la Constitución reflejara el sentido cristiano de la gran mayoría de los guatemaltecos. Por ello el bien común expresa, felizmente, tanto un precepto constitucional en afirmación política primaria como un criterio cristiano básico como afirmación doctrinal social.

El bien común es el norte sobre el que medir la institucionalidad política del país, así como también a la clase política. Fustigar a la clase política no requiere de calumnias o falsedades, pero lo cierto es que sus miembros son un reflejo de la cultura política del país. La pregunta sobre si el Congreso trabaja para el bien común o si el Organismo Judicial tiene el bien común como fin último de sus acciones es una pregunta pertinente que busca no descalificar pero sí ayudar a la reflexión de todos.

La pregunta tiene aún mayor sentido si se refiere al Ejecutivo, aunque en este caso la representación sí corresponde a una elección directa hecha popularmente. No es el caso en el Congreso, en que los diputados, tal y como la ley establece, son electos a través de planchas partidarias. Pero sostener el dedo en la tecla de la pregunta sobre el bien común como criterio de calificación de las actuaciones públicas es el recuerdo de que a la patria se la sirve siempre y solo desde la búsqueda honesta del bien común.


Todo ejercicio público o privado que se aleje de esa búsqueda degrada la vida pública. Intereses estrecha u oportunistamente partidistas o, todavía peor, intereses para medrar individualmente se vuelven un desprecio al sentido del bien común que la Constitución establece y que compromete a todo servidor público de manera particularmente directa. No lo olvidemos.

Éste artículo fue escrito por nuestro Obispo Gonzalo de Villa, Diócesis de Sololá-Chimaltenango.  Prensa Libre (Rerum Novarum)

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