EL QUE NO VIVE PARA SERVIR, NO SIRVE PARA VIVIR, SEÑOR QUEREMOS SERVIR, COMO LO HICISTE TÚ, "QUE NO VENISTE A SER SERVIDO, SINO A SERVIR Y A DAR LA VIDA POR NOSOTROS"
miércoles, 31 de octubre de 2012
sábado, 27 de octubre de 2012
FE: CREER EN JESUCRISTO
En este año de la fe, presentaré unas catequesis, espero que les ayude, esta es la segunda, lleva como título: "Fe, Creer en Jesucristo".
FE,
CREER EN JESUCRISTO
Comprender que la fe es un don de Dios, que nos ayuda a
creer en Jesucristo, Hijo único de Dios, que se ha hecho hombre en el vientre
purísimo de Santa María, y que ha venido al mundo para salvarnos y hacernos
hijos adoptivos de Dios.
TEXTO BIBLICO
“Pero cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió
a su propio Hijo, nacido bajo el dominio de la ley, para liberarnos del dominio
de la ley y hacer que recibiéramos la condición de hijos adoptivos de Dios”
(Gál 4,4-5).
ILUMINACIÓN
Este texto de la Sagrada Escritura, nos hace comprender
que Jesucristo es el acontecimiento último al que convergen todos los
acontecimientos de la historia de la salvación. Es la Palabra Única, perfecta y
definitiva del Padre.
Por su revelación,
«Dios invisible habla a los hombres como amigos, movido por su gran amor y mora
con ellos para invitarlos a la comunicación consigo y recibirlos en su
compañía» (DV 2). La respuesta adecuada a esta invitación
es la fe. (CEC 142)
Por la fe, el hombre somete
completamente su inteligencia y su voluntad a Dios. Con todo su ser, el hombre
da su asentimiento a Dios que revela (cf. DV 5). La sagrada Escritura llama «obediencia de
la fe» a esta respuesta del hombre a Dios que revela (cf. Rm 1,5; 16,26). (CEC 143).
LA FE ES ANTE TODO UN DON DE DIOS
La fe es un don de Dios, una virtud sobrenatural infundida por Él,
veamos el ejemplo que nos presenta la Sagrada Escritura, en San Mateo, Después
de la confesión de fe que hace Simón, el Señor le dice: “Dichoso tú Simón hijo
de Juan, porque eso que has dicho, no te lo ha revelado ningún hombre, sino, mi
Padre del Cielo” (cfr. Mt 16,18).
Todos nosotros los bautizados, hemos recibido este don de Dios,
por lo tanto tenemos que tener la firme convicción que si creemos en Dios, y
creemos en toda la Revelación, eso es fruto de un regalo que hemos recibido del
mismo Dios, eso debe motivarnos a creer por convicción, no por sentimiento.
La fe es un conocimiento: nos hace conocer verdades naturales y
sobrenaturales. Es maravilloso descubrir que es Dios siempre el que sale al
encuentro del hombre y le hace conocer sus misterios. En la historia de la
salvación descubrimos esa cercanía de Dios y esa revelación progresiva que hace
de todas las verdades naturales y sobrenaturales.
La fe es cierta, más cierta que todo conocimiento humano, porque
se funda en la Palabra misma de Dios, que no puede engañarse ni engañarnos»
(Catecismo, 157).
Dios que es fiel a su Palabra nos invita siempre a conocerle, de
hecho, El mismo ha implantado en el corazón del hombre, el deseo de conocerle,
se puede decir que por naturaleza el hombre está llamado a buscar a su
creador.
La inteligencia ayuda a profundizar en la fe. «Es inherente a la
fe que el creyente desee conocer mejor a Aquel en quien ha puesto su fe, y
comprender mejor lo que le ha sido revelado; un conocimiento más penetrante
suscitará a su vez una fe mayor, cada vez más encendida de amor» (Catecismo,
158).
CREER EN JESUCRISTO
La
fe es una respuesta personal al amor de Dios. Para el cristiano, creer en Dios
es inseparablemente creer en Aquel que él ha enviado, «su Hijo amado», en quien
ha puesto toda su complacencia (Mc
1,11). Dios nos ha dicho que le escuchemos (cf. Mc 9,7). El Señor mismo dice a sus discípulos: «Creed en Dios,
creed también en mí» (Jn 14,1).
Podemos creer en Jesucristo porque es Dios, el Verbo hecho carne: «A Dios nadie
le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha
contado» (Jn 1,18). Porque «ha
visto al Padre» (Jn 6,46), él
es único en conocerlo y en poderlo revelar (cf. Mt 11,27). CEC 151.
Los Evangelios nos presentan a Jesús Vivo
En los Evangelios encontramos los episodios más
significativos de la vida de Jesús y sus principales enseñanzas. Sin ellos, la
memoria de Jesús habría quedado reducida a escasas informaciones de los
historiadores de su época. Sin embargo los Evangelios son “experiencias de un
encuentro con una persona” que los primeros discípulos van transmitiendo como
quien encuentra un tesoro. La Palabra de Jesús y la vida de Jesús es una “Buena
Noticia”.
Para creer en Jesucristo es necesario que lo conozcamos,
y para conocerlo es necesario leer los Evangelios, dice san Jerónimo “el que
desconoce las escrituras, desconoce a Dios” y lo mismo podemos decir de Los
Evangelios “el que desconoce los Evangelios, desconoce a Jesucristo”.
Por esa razón te presento a continuación el tema central
de cada Evangelio.
Evangelio de San Marcos
Fue el primero que escribió quizá entre los años 60 d.C.
y es el Evangelio más corto de los cuatro, apenas tiene 16 capítulos. Los
destinatarios del Evangelio son, en su mayoría no judíos, a quienes San Marcos
tiene que explicar expresiones y costumbres judías (Mc 5,41; 7,3).
El tema central del Evangelio es la identidad de Jesús:
Jesús es el Mesías (Mc 1,14-8,30) es el Mesías sufriente e Hijo de Dios (Mc
8,31- 16,8).
Evangelio de San Mateo
San Mateo responde a la situación que vivía su comunidad
(Judío-cristianos) mostrando que Jesús es el Mesías, explicando que la Iglesia
ha heredado la misión de Israel y ahora es el nuevo pueblo elegido de Dios,
donde se hace presente el reino de Dios e invitando a los cristianos a vivir
las enseñanzas de Jesús.
Su Evangelio
centra la atención en: La presentación del Mesías como Hijo de Dios (Mt
1, 14-16); en el anuncio del reino de los cielos (Mt 4,17-16,29); la invitación
a los discípulos al seguimiento del Mesías sufriente (Mt 16,21-18,20).
Evangelio de San Lucas
San Lucas hace primeramente una presentación de Jesús
como el Salvador, el Mesías, el Señor, el Hijo de Dios, lleno del Espíritu
Santo (Lc 1,5-4,13), luego narra la actividad de Jesús en Galilea (Lc 4, 14-
9,50), el viaje a Jerusalén (Lc 9,51-19,28), la actividad de Jesús en Jerusalén
para finalizar con la Pasión y Resurrección de Jesús (Lc 22,1-24).
Evangelio de San Juan
El cuarto Evangelio, el de San Juan, fue escrito a
finales del siglo primero. Se distingue de los otros tres, narrando milagros
muy importantes que no se encuentran en aquellos, como el del agua convertida
en vino en Caná (Jn 2,1-12) y la resurrección de Lázaro (Juan 11,1-44). Además
narra largos discursos, como el que sigue a la multiplicación de los panes, se
nota una Cristología mucho más desarrollada, insistiendo sobre la divinidad de
Jesús.
El Evangelio de Juan es una respuesta a la situación que
vive su comunidad: a la polémica sobre la humanidad y divinidad de Jesús, el
evangelista responde profundizando en el misterio de su Encarnación y de su
muerte. Ante la tentación de huir del mundo, exhorta a los discípulos para que
afiancen su fe en Jesús y unidos a El salgan al
mundo para dar testimonio de la verdad.
La finalidad del cuarto Evangelio está expresada
claramente al final del Capítulo 20: “Jesús hizo en presencia de sus discípulos
muchos más signos de los que han sido narrados en este libro. Estos han sido
escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios; y para
que creyendo, tengan en El vida eterna.
ACTUEMOS
Nos comprometemos a celebrar nuestra fe, cantando “Tu
Palabra me da Vida”
Nos comprometemos a leer Lc 4,16-22
Nos comprometemos a creer firmemente en Jesús el enviado
del Padre, el Mesías salvador.
COMPROMISO
Procura leer cada día un capítulo de los Evangelios,
siguiendo los cinco pasos de la Lectio Divina. (Leer, Meditar, Orar, Contemplar
y Actuar).
viernes, 26 de octubre de 2012
LA REVELACIÓN DE DIOS
Queridos amigos, esta es la primera de las catequesis que deseo publicar en este año de la fe, esperando que les ayude para la vida espiritual, estas catequesis serán las que se trabajarán como preparación para el COMGUA, que se celebrará en la diócesis de Sololá-Chimaltenango, en el año 2014. Encontrarán catequesis como: La Revelación de Dios, Fe: Creer en Jesucristo, el Baustismo y la misión, la fe se fortalece dándola, la Iglesia anuncia la fe, la inculturación del Evangelio, la dimensión social y la fe y Guatemala y la misión.
LA REVELACIÓN DE DIOS
OBJETIVO:
Comprender
que Dios se ha revelado en la historia, que nos ha revelado su plan de
salvación, y que ese plan de salvación se ha ido desarrollando gradualmente
hasta llegar a su plenitud en Jesucristo.
TEXTOBIBLICO
“Muchas
veces y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros antepasados por
medio de los profetas, ahora en este momento final nos ha hablado por medio del
Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas y por quien hizo también
el universo” (Hb 1, 1-2).
ILUMINACIÓN
Este
texto de la Sagrada Escritura, la carta a los Hebreos, expresa claramente el
amor de Dios para con el hombre, creado a imagen y semejanza suya, (Gen 1,26),
razón por la cual el hombre va a ser capaz de entrar en comunicación con Dios, teniendo claro que siempre es Dios quien toma
la iniciativa, Dios sale al encuentro del hombre y le habla, y aún después del pecado original, Dios no lo
abandona a su suerte, sino que promete un salvador, (Gn 3,15), para lo cual llama a Abrahán, de Ur de los
caldeos, la tierra de su padre y de sus parientes, y lo manda Dios a una tierra
que él le indicará (Gn 12,1) hace una
alianza con él, (Gn 12, 2-3), ratificará su alianza con Isaac, Jacob, formará
un pueblo, el de Israel y será su pueblo, con Moisés, los librará de la
Esclavitud de Egipto y a éste le dará a conocer su nombre (Ex 3,14), Dios nunca
abandonó a su pueblo siempre les habló
por medio de los profetas, hasta que llega la Plenitud de los tiempos
(Gal 4,4) en la cual el Hijo de Dios, la
Segunda Persona de la Santísima Trinidad,
se hizo hombre y nació de Santa María Virgen, quien manifestará con su
Obediencia que Dios es fiel a sus palabras y salvará a la humanidad.
LA REVELACIÓN DE DIOS AL HOMBRE
Dios, en su bondad y
sabiduría, se revela al hombre. Por medio de acontecimientos y palabras, se
revela a sí mismo y el designio de benevolencia que él mismo ha preestablecido
desde la eternidad en Cristo en favor de los hombres. Este designio consiste en
hacer partícipes de la vida divina a todos los hombres, mediante la gracia del
Espíritu Santo, para hacer de ellos hijos adoptivos en su Hijo Unigénito.
(Catecismo de la Iglesia Católica # 50-53 y 68-69).
Dios ha querido libremente darse a conocer a los hombres para que
nosotros podamos conocerlo y, al mismo tiempo conocer su voluntad. Gracias a
esta realidad, podemos saber que Dios nos ama y podemos amarlo también, pues al
darnos la posibilidad de conocerle, nos hace capaces de responderle con amor,
pues no podríamos amarle si no le conociéramos pero, ahora que lo conocemos por
lo que él mismo nos ha dicho, sí podemos amarlo.
¿Cuáles son
las primeras etapas de la Revelación de Dios?
Desde el principio, Dios
se manifiesta a Adán y Eva, nuestros primeros padres, y les invita a una íntima
comunión con Él. Después de la caída, Dios no interrumpe su revelación, y les
promete la salvación para toda su descendencia. Después del diluvio, establece
con Noé una alianza que abraza a todos los seres vivientes. (Catecismo de la
Iglesia Católica # 54-58 y 70-71)
¿Cuáles son
las sucesivas etapas de la Revelación de Dios?
Dios escogió a Abram
llamándolo a abandonar su tierra para hacer de él «el padre de una multitud
de naciones» (Gn 17, 5), y prometiéndole bendecir en él a «todas las
naciones de la tierra» (Gn 12,3). Los descendientes de Abraham serán los
depositarios de las promesas divinas hechas a los patriarcas. Dios forma a
Israel como su pueblo elegido, salvándolo de la esclavitud de Egipto, establece
con él la Alianza del Sinaí, y le da su Ley por medio de Moisés. Los Profetas
anuncian una radical redención del pueblo y una salvación que abrazará a todas
las naciones en una Alianza nueva y eterna. Del pueblo de Israel, de la estirpe
del rey David, nacerá el Mesías: Jesús.
¿Cuál es la plena y definitiva etapa de la
Revelación de Dios?
La plena y definitiva
etapa de la Revelación de Dios es la que Él mismo llevó a cabo en su Verbo
encarnado, Jesucristo, mediador y plenitud de la Revelación. En cuanto Hijo
Unigénito de Dios hecho hombre, Él es la Palabra perfecta y definitiva del
Padre. Con la venida del Hijo y el don del Espíritu, la Revelación ya se ha
cumplido plenamente, aunque la fe de la Iglesia deberá comprender gradualmente
todo su alcance a lo largo de los siglos. (Catecismo de la Iglesia Católica #
54)
La Interpretación de la Revelación
Dios quiere
que lo que ha revelado se conserve íntegramente para que llegue a todos los
hombres (Cfr. 2 Tim. 1,13-14). Los apóstoles recibieron las enseñanzas de
Jesucristo y se las dieron a la Iglesia en la que nombraron sucesores, los
obispos, para que cuidaran que no se cambiara nada o no se entendiera mal lo
que Jesucristo había enseñado.
La Palabra de Dios se encuentra en
la Sagrada Escritura y en la Tradición. El Magisterio que son los Obispos junto
con el Papa, son los encargados de interpretar correctamente la Revelación para
que todos podamos conocer la verdad sin equivocarnos.
El Magisterio está al servicio de la
Palabra de Dios para cuidarla y transmitirla sin cambios. Para esto cuenta con
la asistencia del Espíritu Santo. Nosotros los fieles católicos, recordando las
palabras de Jesús a sus apóstoles: “Quien los escucha a ustedes, a mí me
escucha” (Lc 10,16), recibimos las enseñanzas de nuestros pastores porque
reconocemos en ellos a los encargados de cuidar y transmitir la Revelación.
Para que la transmisión de la
Revelación se realice según el plan de Dios, sin alteraciones ni malos
entendidos, debemos siempre tener en cuenta la Tradición, la Sagrada Escritura
y el Magisterio porque juntos, son el medio por el que Dios nos sigue mostrando
el camino para nuestra salvación.
ACTUEMOS
Nos
comprometemos a escuchar atentamente la voz del Espíritu que habla en la
Iglesia hoy.
Nos
comprometemos a estar atentos a la voz del Papa, de nuestro Obispo y de nuestros
sacerdotes, interpretes del Evangelio para regir nuestra vida.
Nos
comprometemos a respetar y cuidar todo lo que nos ha sido revelado y
transmitirlo a nuestros contemporáneos con gusto y esmero.
¿A
qué más te puedes comprometer tú?
COMPROMISO
Lee
la transmisión de la Revelación Divina: Dei Verbum 7-10
miércoles, 24 de octubre de 2012
EL PAPA EXPLICA ¿QUE ES LA FE?
VATICANO, 24 Oct. 12 Siguiendo el ciclo de catequesis que anunció el
miércoles pasado en ocasión del Año de la Fe, el Papa Benedicto XVI
dedicó la audiencia general de esta mañana a responder a la pregunta: ¿Qué
es la fe?
Ante miles de fieles reunidos en
la Plaza de San Pedro que aún está con las imágenes de los 7 nuevos santos que
canonizó el domingo, el Santo Padre dijo que "hoy quisiera reflexionar con
ustedes sobre lo elemental: ¿qué es la fe? ¿Tiene sentido la fe en un mundo
donde la ciencia y la tecnología han abierto nuevos horizontes hasta hace poco
impensables? ¿Qué significa creer hoy en día?"
"En efecto, en nuestro
tiempo es necesaria una educación renovada en la fe, que abarque por cierto el
conocimiento de sus verdades y de los acontecimientos de la salvación, pero
que, en primer lugar, nazca de un verdadero encuentro con Dios en Jesucristo,
de amarlo, de confiar en Él, de modo que abrace toda nuestra vida".
Ante diversos desafíos que presenta
el mundo actual y que generan una especie de "desierto espiritual",
continuó el Papa, y a pesar de los avances de la ciencia, "el hombre de
hoy no parece ser verdaderamente más libre, más humano, permanecen todavía
muchas formas de explotación, de manipulación, de violencia, de opresión, de
injusticia".
Sumado a esto está la tendencia
de creer sólo en aquello que se puede ver y tocar. Sin embargo hay quienes,
pese a la desorientación, intentan ir más allá para responder a preguntas
fundamentales como "¿qué sentido tiene vivir? ¿Hay un futuro para el
hombre, para nosotros y para las generaciones futuras? ¿En qué dirección
orientar las decisiones de nuestra libertad para lograr en la vida un resultado
bueno y feliz? ¿Qué nos espera más allá del umbral de la muerte?"
El Papa resaltó que
"necesitamos no sólo el pan material, necesitamos amor, sentido y
esperanza, un fundamento seguro, un terreno sólido que nos ayude a vivir con un
sentido auténtico, incluso en la crisis, en la oscuridad, en las dificultades y
problemas cotidianos".
"La fe nos da
precisamente esto: en una confiada entrega a un ‘Tú’, que es Dios, el cual
me da una certeza diferente, pero no menos sólida que la que proviene del
cálculo exacto o de la ciencia".
La fe, prosiguió el Santo Padre
"no es un mero asentimiento intelectual del hombre a las verdades
particulares sobre Dios, es un acto con el cual me entrego libremente a un Dios
que es Padre y me ama, es adhesión a un ‘Tú’ que me da esperanza y confianza".
"Ciertamente, esta unión con
Dios no carece de contenido: con ella, sabemos que Dios se ha revelado a
nosotros en Cristo, que hizo ver su rostro y se acercó realmente a cada uno de
nosotros. Aún más, Dios ha revelado que su amor al hombre, a cada uno de
nosotros es sin medida: en la Cruz, Jesús de Nazaret, el
Hijo de Dios hecho hombre nos muestra, en la forma más luminosa, hasta dónde
llega este amor, hasta darse a sí mismo hasta el sacrificio total".
Benedicto XVI
explicó que "con el misterio de la muerte y resurrección
de Cristo, Dios desciende hasta el fondo de nuestra humanidad, para volverla a
llevar hacia Él, para elevarla hasta que alcance su altura. La fe es creer
en este amor de Dios, que nunca falla ante la maldad de los hombres, ante el
mal y la muerte, sino que es capaz de transformar todas las formas de
esclavitud, brindando la posibilidad de la salvación".
Tras recordar que "debemos
ser capaces de proclamar y anunciar esta certeza liberadora y tranquilizadora
de la fe, con palabras y con nuestras acciones para mostrarla con nuestra vida
como cristianos", el Papa remarcó que "el rechazo, por lo tanto,
no nos debe desalentar".
"Como cristianos, somos
testigos de este suelo fértil, nuestra fe, incluso dentro de nuestros límites,
demuestra que hay buena tierra, donde la semilla de la Palabra de Dios produce
frutos abundantes de justicia, paz y amor, de nueva humanidad, de salvación. Y
toda la historia de la Iglesia,
con todos los problemas, demuestra también que existe la tierra buena, existe
la semilla buena que da fruto".
Luego de subrayar que la fe es
ante todo "un don sobrenatural, un don de Dios", el Santo Padre dijo
que la base de este camino de fe "es el bautismo, el sacramento que nos
da el Espíritu Santo, que nos hace hijos de Dios en Cristo, y marca la
entrada en la comunidad de fe, en la Iglesia: no se cree, sin prevenir la
gracia del Espíritu; y no creemos solos, sino junto con los hermanos. A partir
del Bautismo cada creyente está llamado a re-vivir y hacer su propia confesión
de fe, junto con sus hermanos".
El Papa indicó además que si bien
"la fe es un don de Dios, pero también es un acto profundamente humano
y libre. El Catecismo
de la Iglesia Católica lo dice
claramente: ‘Sólo es posible creer por la gracia y los auxilios interiores del
Espíritu Santo. Pero no es menos cierto que creer es un acto auténticamente
humano. No es contrario ni a la libertad ni a la inteligencia del
hombre’".
Para concluir, el Santo Padre
dijo que "nuestro tiempo requiere cristianos que han sido aferrados por
Cristo, que crezcan en la fe a través de la familiaridad con las Sagradas
Escrituras y los Sacramentos.
Personas que sean casi como un libro abierto que narra la experiencia de la
vida nueva en el Espíritu, la presencia del Dios que nos sostiene en el
camino y nos abre a la vida que no tendrá fin. Gracias".
Decálogo
de la Carta Apostólica de Juan Pablo II “Dies Domini” sobre la eucaristía y el
domingo
El Domingo nos recuerda la
resurrección del Señor
I.- El domingo se celebra
la victoria del Cristo
El DÍA DEL SEÑOR -como ha sido
llamado el domingo desde los tiempos apostólicos- ha tenido siempre, en la
historia de la Iglesia, una consideración privilegiada por su estrecha relación
con el núcleo mismo del misterio cristiano.
En efecto, el domingo recuerda, en la sucesión semanal del tiempo, el
día de la resurrección de Cristo. Es la Pascua de la semana, en la que
se celebra la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte, la realización en
él de la primera creación y el inicio de la “nueva creación”. Es el día de la
evocación adoradora y agradecida del primer día del mundo y a la vez la
prefiguración, en la esperanza activa, del “último día”, cuando cristo vendrá
en su gloria y “hará un nuevo mundo”…
II.- No convertir el domingo en “fin de semana”
Se ha consolidado ampliamente la práctica de “fin de semana”, entendido
como tiempo semanal de reposo, vivido a veces lejos de la vivencia habitual, y
caracterizado a menudo por la participación en actividades culturales,
políticas y deportivas, cuyo desarrollo coincide en general precisamente con
los días festivos.
A los discípulos de Cristo se pide que no confundan la celebración del
domingo, que debe ser una verdadera santificación del día del Señor, con el
“fin de semana”, entendido fundamentalmente como tiempo de mero descanso y
diversión.
III.- El domingo Día de fe y de la esperanza
El domingo es por excelencia el día de la fe. En la asamblea
dominical, los creyentes se sienten interpelados como el apóstol Tomás: “Acerca
aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y nos seas
incrédulo sino creyente”. Sí, el domingo es el día de la fe. Lo subraya el
hecho de que la liturgia eucarística dominical, así como la de las solemnidades
litúrgicas, prevé la profesión de fe, el “Credo”.
Si el domingo es el día de la fe, no es menos el día de la esperanza
cristiana. En efecto, la participación en la “cena del Señor” es
anticipación del banquete escatológico por las “bodas del Cordero”. Al celebrar
el memorial de Cristo, que resucitó y ascendió al cielo, la comunidad cristiana
está a la espera de la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo”.
IV.- La Misa dominical
La Misa es la viva actualización del sacrificio de la Cruz. Bajo
las especies de pan y vino, sobre las que se ha invocado la efusión del
Espíritu Santo, que actúa con una eficacia del todo singular en las palabras de
la consagración, Cristo se ofrece al Padre con el mismo gesto de inmolación con
que se ofreció en la cruz. “En este divino sacrificio, que se realiza en la
Misa, este mismo Cristo, que se ofreció a sí mismo una vez y de manera cruenta
sobre el altar de la cruz, es contenido e inmolado de manera incruenta”.
La Iglesia recomienda a los fieles comulgar cuando participan en la
Eucaristía, con la condición de que estén en las debidas disposiciones y,
si fueran conscientes de pecados graves, que hayan recibido el perdón de Dios
mediante el Sacramento de la reconciliación.
V.- Obligación de ir a Misa y La Misa por Radio y Televisión
El Código actual dice que “el domingo y las demás fiestas de precepto
los fieles tienen obligación de participar en la Misa”. Esta ley se ha
entendido normalmente como una obligación grave.
Los pastores recordarán a los fieles que, al ausentarse de su residencia
habitual en domingo, deben preocuparse por participar en la Misa donde se
encuentren.
En muchos países, la televisión y la radio ofrecen la posibilidad de
unirse a una celebración eucarística. Obviamente, este tipo de transmisiones no
permite de por sí satisfacer el precepto dominical, pero para quienes se ven
impedidos de participar en la Eucaristía y están por tanto excusados de cumplir
el precepto, la transmisión televisiva o radiofónica es una preciosa ayuda.
VI.- Día de la alegría
El domingo, eco semanal de la primera experiencia del Resucitado, debe
llevar el signo de la alegría con la que los discípulos acogieron al Maestro:
“Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor”.
Ciertamente, la alegría cristiana debe caracterizar toda la vida, y no
sólo un día de la semana. Pero el domingo, por su significado como día del
Señor resucitado, en el cual se celebra la obra divina de la creación y de
la “nueva creación”, es día de alegría por un título especial, más aún, un día
propicio para educarse en la alegría, descubriendo sus rasgos auténticos.
VII.- El descanso es una cosa sagrada
La alternativa entre trabajo y descanso, propia de la naturaleza humana,
es querida por Dios mismo, como se deduce del pasaje de la creación en el Libro
del Génesis: el descanso es una cosa “sagrada”, siendo para el hombre la
condición para liberarse de la serie, a veces excesivamente absorbente, de los
compromisos terrenos y tomar conciencia de que todo es obra de Dios.
Día de paz del hombre con Dios, consigo mismo y con sus semejantes, el
domingo es también un momento en el que el hombre es invitado a dar una mirada
regenerada sobre las maravillas de la naturaleza.
VIII.- El domingo, escuela de caridad
No sólo la Eucaristía dominical sino todo el domingo se convierte en una
gran escuela de caridad, de justicia y de paz. La presencia del Resucitado en
medio de los suyos se convierte en proyecto de solidaridad, urgencia de
renovación interior, dirigida a cambiar las estructuras de pecado en las que
los individuos, las comunidades, y a veces pueblos enteros, están sumergidos.
IX.- El domingo nos revela el sentido del tiempo
Al ser el domingo la Pascua semanal, en la que se recuerda y se hace
presente el día en el cual Cristo resucitó de entre los muertos, es también el
día que revela el sentido del tiempo. El domingo, brotando de la Resurrección,
atraviesa los tiempos del hombre, los meses, los años, los siglos como una
flecha recta que los penetra orientándolos hacia la segunda venida de Cristo.
X.- El cristiano no puede vivir su de sin participar en la Misa
dominical
Es de importancia capital que cada fiel esté convencido de que no puede
vivir su fe, con la participación plena de la comunidad cristiana, sin tomar
parte regularmente en la asamblea eucarística dominical. Descubierto y vivido
así, el domingo es como el alma de los otros días. De domingo en domingo, el pueblo
peregrino sigue las huellas de María, y su intercesión materna hace
particularmente intensa y eficaz la oración que la Iglesia eleva a la Santísima
Trinidad.
(Texto adaptado por Jesús de
las Heras, sobre un trabajo de Alberto García Ruiz, fundador de “Mensaje del
Papa”)
sábado, 20 de octubre de 2012
III ASAMBLEA DIOCESANA DE LA ACCIÓN CATÓLICA
III ASAMBLEA DIOCESANA DE LA ACCIÓN CATÓLICA, DIOCESIS DE SOLOLÁ-CHIMALTENANGO.
El día de hoy sábado 20 de octubre de 2012, desde las 7:30 am, se reunieron en las instalaciones de la escuela "Justo Rufino Barrios" los líderes de la acción católica de la diócesis, específicamente de las parroquias de Nuestra Señora de la Asunción, Sololá, San Francisco de Asis, Panajachel, Santiago Apóstol, Atitlán, Santa Catalina de Alejandría, Nahualá, Santa Ana, Chimaltenango, San Martín de Tours, San Martín Jilotepeque, San Sebastián, El Tejar, Santos Inocentes, Parramos, San Pedro Apóstol, San Pedro Yepocapa, Nuestra Señora del Pilar, Zaragoza, Santiago Apóstol, Patzicía, San Bernardino, Patzún, San Juan María Vianney, Chipiacul, San Francisco de Asís, Tecpán Guatemala, Santa María de Guadalupe, Xecoxol.
Esta asamblea se celebró dentro del marco del año de la fe, razón por la cual, tuvo como centro el tema de la fe.
Según el programa, la asamblea tuvo tres ponentes: Primero Monseñor Gonzalo de Villa, Obispo de la Diócesis, abordó el tema: La Nueva Evangelización. tema de mucho interés, teniendo en cuenta que el sínodo que se está celebrando, aborda precisamente la Nueva Evangelización para la transmisión de la fe católica.
El siguiente tema, estuvo a cargo del P. Geovanny Pérez, formador del seminario mayor nuestra señora del camino, titulado "la fe juvenil".
El P. Angel Mario Roquel iluminó la tarde con una reseña histórica de la acción católica, en Guatemala.
la tarde de ponencias la clausuró el diácono Santiago Ajú, con el tema: "la importancia de la fe".
Durante la asamblea se ofrecieron además de catequesis, también confesiones.
El centro de la asamblea fue la Eucaristía presidida por nuestro Obispo Monseñor Gonzalo de Villa y concelebrada por los sacerdotes: Pedro Bocel, Angel Mario Roquel, Benigno Ordoñez, Maynor Tagual y Geovanny Pérez, y diaconó Santiago Ajú.
Después de la santa Misa, tuvimos hora santa, un momento solemne para expresar nuestra fe, en Jesus sacramentado.
La actividad continuará el día de mañana desde las 8:00 am iniciando con las palabras de bienvenida, por Monseñor Gonzalo de Villa, para luego iniciar una caminata hacia el estadio Xambá, donde se desarrollá el final de la III asamblea.
domingo, 14 de octubre de 2012
Ricos pobres y pobres ricos
El evangelio del joven que "tenía muchos bienes" comentado por el papa
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 14 octubre 2012 (ZENIT.org).- Benedicto XVI, al comentar el evangelio de la liturgia de hoy, en el Ángelus, ha tratado el tema de la riqueza. Las circusntancias no son lo que impide vivir la vida evangélica sino lo que se hace en ellas. La historia de la Iglesia está llena de ejemplos de gente rica que ha utilizado sus propios bienes de una manera evangélica, recordó el papa.
"Jesús nos enseña que es muy difícil para un hombre rico entrar en el reino de Dios, pero no imposible", dijo Benedicto XVI. La riqueza, en principio, se interpone en el camino de Jesucristo, que --como escribe el apóstol Pablo--, "siendo rico, por vosotros se hizo pobre, a fin de enriquecerlos con su pobreza".
En realidad, lo importante de este relato es el encuentro con Jesús y la respuesta a su llamada. Al joven que tenía muchos bienes "por un lado le atrae, como a todo el mundo, la plenitud de la vida; y por el otro, acostumbrado a confiar en su propia riqueza, piensa que la vida eterna de alguna manera se puede 'comprar', quizás observando un mandamiento especial", dijo Benedicto XVI.
"Pero Jesús también entiende --añadió el papa- lo que es la debilidad de aquel hombre: es su apego a sus muchas posesiones".
El santo padre citó a san Clemente de Alejandría: "La parábola enseña que los ricos no deben descuidar su salvación, como si estuvieran condenados, ni deben echar por la borda la riqueza ni condenarla como insidiosa y hostil a la vida, sino tienen que aprender de qué modo obtener riqueza y ganarse la vida".
"La historia de la Iglesia está llena de ejemplos de gente rica que ha utilizado sus propios bienes de una manera evangélica, alcanzando incluso la santidad. Pensemos solo en san Francisco, en santa Isabel de Hungría o en san Carlos Borromeo", dijo Benedicto XVI.
Luego, saludó a los peregrinos de lengua española: "La liturgia de la Palabra de este domingo nos pide una adhesión incondicional a la persona de Jesucristo, de modo que, superando el mero cumplimiento externo y formal del precepto divino, seamos capaces de poner nuestro corazón en el Único que da la vida. Que la Santísima Virgen, Sede de la Sabiduría, nos ayude a acoger el don de la fe, para que, abandonados en el amor de Dios, respondamos con generosidad a su llamada", les dijo el papa.
Desde ya se puede lucrar de los
beneficios espirituales
ROMA, sábado 13 octubre 2012 (ZENIT.org).- Como es
sabido por todos, el santo padre Benedicto XVI inauguró ya el Año de la fe, el
cual será un tiempo excepcional para estudiar, celebrar y hacer nuevos
propósitos pastorales-misioneros. El calendario de actividades es amplio y el
papa mismo se encontrará con los diversos sectores de la sociedad, del diálogo
ecuménico y de la Iglesia católica que peregrina en el mundo.
Durante este periodo --que va del 11 de octubre de
2012 al 24 de noviembre de 2013--, los creyentes podrán adquirir una
“Indulgencia plenaria” de la pena temporal que permanece de sus propios
pecados, o hacerlo también a favor de los difuntos. Los enfermos pueden acceder
a ella según disposiciones precisas dadas en el Decreto ad hoc de la
Penitenciaría Apostólica, que es el ente vaticano encargado de regular la
concesión y uso de las indulgencias en la Iglesia.
Como el objetivo es estimular en los creyentes un
auténtico deseo de obtenerla, la Penitenciaría ha establecido disposiciones
claras a este respecto (ver al final). A fin de explicar algunos conceptos de
lo que es una indulgencia y los beneficios para quien esté en capacidad de
lucrar de ella, ZENIT conversó con el padre Edward McNamara, LC, experto
liturgista y catedrático de su especialidad en el Ateneo Pontificio Regina
Apostolorum de Roma.
¿En qué le ayuda al católico ganar una indulgencia?
¿Todos necesitamos ganar una?
- Padre McNamara: Es de gran ayuda a todos ganar indulgencias, sea para uno mismo en vista del progreso en la amistad con Dios, sea como acto de caridad sobrenatural hacia las almas en el purgatorio.
- Padre McNamara: Es de gran ayuda a todos ganar indulgencias, sea para uno mismo en vista del progreso en la amistad con Dios, sea como acto de caridad sobrenatural hacia las almas en el purgatorio.
¿Cuántas veces se pueden ganar las indulgencias
durante el Año de la fe?
- Padre McNamara: La regla general para toda indulgencia plenaria es máximo una al día. El Decreto sobre las indulgencias para el Año de la fe prevé diversas posibilidades. Algunas están relacionadas a la visita de determinados lugares, otros a fechas específicas. La posibilidad de lucrar la indulgencia dependerá de condiciones locales. Por ejemplo, quien vive cerca de un templo designado por el obispo para beneficiarse de la indulgencia, podría ganarlo todos los días. Los que viven más lejos algunas veces al año.
- Padre McNamara: La regla general para toda indulgencia plenaria es máximo una al día. El Decreto sobre las indulgencias para el Año de la fe prevé diversas posibilidades. Algunas están relacionadas a la visita de determinados lugares, otros a fechas específicas. La posibilidad de lucrar la indulgencia dependerá de condiciones locales. Por ejemplo, quien vive cerca de un templo designado por el obispo para beneficiarse de la indulgencia, podría ganarlo todos los días. Los que viven más lejos algunas veces al año.
¿Desde qué edad se puede ganar la indulgencia?
- Padre McNamara: Dado que la indulgencia implica
la confesión, se puede obtener desde que el niño pueda confesarse, es decir la
edad de la razón o alrededor de los siete años de edad.
¿Cómo pueden ganar la indulgencia los enfermos o
discapacitados?
- Padre McNamara: El texto del Decreto indica que
pueden ganar la indulgencia los fieles verdaderamente arrepentidos, que por
graves motivos no puedan participar en las solemnes celebraciones ni acudir a
los lugares designados. Esto incluye a los enfermos, ancianos, encarcelados y
otros, quienes pueden participar de alguna celebración del santo padre o del
obispo diocesano a través de los medios de comunicación. A esto debe añadirse
el rezo del Padre Nuestro o el Credo, y ofrecer los sufrimientos de la propia
vida a Dios.
Si se vuelve a caer en pecado mortal, ¿se pierde la
indulgencia ganada?
- Padre McNamara: No, Dios no retira sus dones a pesar de nuestra debilidad. Pero no se puede ganar otra indulgencia hasta que no se haya vuelto al estado de gracia.
- Padre McNamara: No, Dios no retira sus dones a pesar de nuestra debilidad. Pero no se puede ganar otra indulgencia hasta que no se haya vuelto al estado de gracia.
******
¿Cómo obtener –o lucrar, la Indulgencia Plenaria
por el Año de la fe?
(Tomado del Decreto de la Penitenciaría Apostólica)
(Tomado del Decreto de la Penitenciaría Apostólica)
A) Cada vez que participen al menos en tres
momentos de predicación durante las sagradas Misiones, o al menos, en tres
lecciones sobre los actos del Concilio Vaticano II y sobre los artículos del
Catecismo de la Iglesia en cualquier iglesia o lugar idóneo;
B) Cada vez que visiten en peregrinación una
basílica papal, una catacumba cristiana o un lugar sagrado designado por el
Ordinario del lugar para el Año de la fe (por ejemplo basílicas menores,
santuarios marianos o de los apóstoles y patronos) y participen allí en una
ceremonia sacra o, al menos, se recojan durante un tiempo en meditación y
concluyan con el rezo del Padre nuestro, la Profesión de fe en cualquier forma
legítima, las invocaciones a la Virgen María y, según el caso, a los santos
apóstoles o patronos.
C) Cada vez, en los días determinados por el
Ordinario del lugar para el Año de la fe, que participen en cualquier lugar
sagrado en una solemne celebración eucarística o en la liturgia de las horas,
añadiendo la Profesión de fe en cualquier forma legítima.
D) Un día, elegido libremente, durante el Año de la
fe, para visitar el baptisterio o cualquier otro lugar donde recibieron el
sacramento del Bautismo, si renuevan las promesas bautismales de cualquier forma
legítima.
Los obispos diocesanos o eparquiales y los que
están equiparados a ellos por derecho, en los días oportunos o con ocasión de
las celebraciones principales, podrán impartir la Bendición Papal con la
Indulgencia plenaria a los fieles que la reciban devotamente.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)